viernes, 28 de agosto de 2009

política con minúsculas

Alejadísimos del concepto Política que emana de aquella polis griega en la que este ejercicio público se emparentaba con la res de todos, la res-pública, ahora vemos a los políticos de andar por casa como profesionales de lo que son, como otros señores valen para cirujanos, mecánicos o peluqueros. El antiguo concepto se nos antoja no ya como el resabío nostálgico de aquella carga de responsabilidad de lo común, sino como el retrato carca de algo imposible de recuperar, acostumbrados como estamos a esta pérdida de valores en cuya cúspide asoma la reflexión de que quien anda con miel y no se chupa los dedos es rematadamente tonto. De este estadío del político como profesional que tanto chirría con el noble principio que impulsa el oficio hemos llegado incluso al de profesional incompetente, pues al menos un profesional en condiciones resolvería problemas y no marearía la perdiz a diario con el exclusivo propósito de mantenerse firme en el sillón de mando. Y esta crítica a los políticos es general, pues no podemos focalizar sólo a los irresponsables que ostentan el poder, sino también a los que aspiran a ostentarlo, es decir, a la oposición, tan sólo preocupada por conseguir la vara de mando.

Cualquier sociedad mínimamente responsable y preocupada seriamente por la galopante crisis que nos acecha tendría en sus políticos (tanto los que gobiernan como los que aspiran a hacerlo) a unos creativos de riqueza para la imprescindible recuperación, y no a un grupo de madamases sin preparación que se obstinan cada día en inventar ayudas sine die para las personas que han tenido la desgracia de caer en paro. Si ahora damos 420 euros a los que perdieron su paro y dentro de seis meses volvemos a hacerlo, como ya se hizo, por cierto, hace un año, la rueda de la fortuna del Estado se convertirá en un bucle sin sentido capaz de arruinar al Arca de Noé. Eso que nos enseñaban con respecto a los negritos de África de que era mejor enseñarles a pescar que darles un pez podríamos aplicárnoslo ahora a nosotros mismos, en nuestro país y con nuestros parados. Un gobierno responsable (y una oposición que aspire a gobernar) no pueden limitarse a discutir sobre la cantidad que se va a dar a quienes hayan perdido su prestación por desempleo, sino a idear fórmulas productivas para que la maquinaria del capitalismo (la única que conocemos con capacidad generativa) no se atasque. Tantos técnicos que pululan por las administraciones... ¿a ninguno se les ha ocurrido otro plan que el de las obras pueblo por pueblo? Todos hemos visto obras innecesarias, cuyo objetivo es sólo el de dar trabajo durante diez, veinte días al parado de turno, que lo agradecerá evidentemente como agua de mayo pero que se preguntará con la misma evidencia: ¿y luego qué? Pan para hoy y hambre para mañana.

La Política con mayúsculas debería delegar muchísimo más en la aristocracia profesional, es decir, en los expertos de veras para que éstos buscasen salidas alternativas, fórmulas distintas que no sean otra vez la del ladrillo, para sacarnos de esta crisis en espiral. Como siempre, habrá que bucear en la demanda del mercado para encontrar qué podemos ofrecer. Si no hay demandas, habrá que inventarlas. El mercado publicitario hace tiempo que lo aprendió.

1 comentario:

Manu dijo...

Yo he visto cómo asfaltaban tramos de carretera que llevaban cinco años funcionando. Y en Córdoba ciudad, han levantado recientemente una calle que han tenido que paralizar porque han encontrado restos arqueológicos de interés, justo como pasó hace 3 años. ¿Ya no se acordaban de que eso estaba ahí o es que no dejan constancia por escrito de donde se puede excavar y donde no? ¿Esperaban que se los hubieran comido los roedores? ¿O es que la información se la trajo Rosa para Sevilla en su pendrive personal?