viernes, 24 de septiembre de 2010

Horrores

Mientras ETA anuncia o hace amagos de anunciar su enésima tregua, sumida en la más ridícula indiferencia dispensada por los demás (ya era hora), algunos Estados que no son terroristas (en teoría oficialista, claro, porque eso no significa que no practiquen el terror) protagonizan la actualidad con horrores que no acabo de digerir cuando aún no he desayunado en condiciones.

Primero: el estado de Virginia (EEUU) asesina con una inyección letal a Teresa Lewis, cuarentona casi deficiente que encargó, a su vez, el asesinato de su ex marido y el hijo de éste. Diente por diente. Los Estados Unidos del Antiguo Testamento y la inclemencia para los que deben ir al infierno, que siempre son los infelices sin posibilidad alguna de redención.

Segundo: Colombia asesina al líder militar de las FARC, y enseña el cadáver, impúdicamente, entre sonrisas de sus gobernantes. Otra vez el Viejo Oeste, pero en el Caribe.

La quemazón de estas muertes me ronda la cabeza desde el amanecer, sobre todo porque no me quito el peso de una conversación futura: la de cuando mi hijo me pregunte por estos horrores que, legalmente, no son errores. Seguramente, erraré en el intento de explicárselo.

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