sábado, 31 de diciembre de 2011

Reflexión de reyes para fin de año


A estas alturas de la Historia, de la nuestra y de la que estudiábamos en Sociales, a uno no le quedan ánimos para ponerse a favor o en contra de la Monarquía como sistema de gobierno o sistema de escaparate institucional. Más bien le parecen invevitabilidades históricas de las que merece la pena extraer sólo lo positivo. Mientras las rotativas de los periódicos pintaban la imputación de Urdangarín, presunto ladrón de guante cortesano, yo me empapaba gustosamente en el Museo del Prado de tantas joyas pictóricas como puso al alcance de todos, sin pensar siquiera democráticamente y sin pretenderlo, tal vez el peor rey que España ha sufrido como país: Fernando VII. Lo inauguró en noviembre de 1819, después de cargarse la Pepa y sólo unos meses antes de que Riego lo volviera a echar a él. Fernando VII, ese inútil, pagó de su bolsillo la creación de este museo que en tiempos de su hija, la desdichada Isabel II, se nacionalizó y emprendió un camino de altibajos, temblores, adquisiciones y ampliaciones hasta llegar tan atractivo a nuestra posibilidad de disfrute al módico precio de 12 euros.

No es mala manera de terminar el año acomodarse frente a un lienzo de Velázquez, Fortuny o Rafael para dejarse atrapar por la magia del pincel que ha sobrevivido tantos siglos e indagar en las casualidades históricas -robos, pirateos, adquisiciones legales e ilegales, encargos, regalos y herencias de por medio- que hicieron posibles que nuestro Museo se haya convertido, a lo tonto y sin exagerar, en una de las mayores pinacotecas del mundo.

Si el peor rey nos legó este impagable monumento, es probable que este rey de ahora nos tenga reservadas otras sorpresas tan divertidas como memorables en un futuro. El monarca que nos sacó del aprieto de Tejero había quedado en las últimas navidades como caricatura de sí mismo en ese Mensaje que nadie escuchaba, salvo este año por las veleidades del yernazo. Del que le quedaba, porque el otro se hizo el huidizo por las rendijas enfermizas del divorcio. La nuera, sacrificada periodista cuyo repentino exitazo sorprendió a la mismísima Ana Blanco de TVE, nos aupó al pueblo llano a la posibilidad palpable que siempre nos contaron los cuentos de hadas. Y ahora las nietas del rey vuelven a brindarnos la posibilidad novelera de otra encrucijada en torno a la ley sálica, si no cambia la Constitución tan rápidamente como lo hizo hace unos meses para combatir el mal del déficit, en un fin de semana.

Ocho millones y pico es pura chatarra para tanto material literario. Y más ahora que nos la dan contabilizada, sin misterios elucubradores. Por eso vaticino larga vida al rey y feliz año nuevo. Lo demás vendrá solo.


lunes, 19 de diciembre de 2011

La edición que los relatos de Miguel Roldán merecieron desde un principio

El libro lo presentamos mañana martes, a las 20.00 horas, en la casa hermandad de El Rocío de Los Palacios y Vfca. Creo que es una joyita literaria cuyo aroma hemos de expandir. Lo siento como un compromiso.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

MIGUEL ORTEGA: otro Hijo Predilecto en mi pueblo

Decir que Miguel Ortega lleva toda su vida cantando no es una figura retórica, sino la pura verdad. Debutó con sólo cuatro años en la peña Juan Breva de Málaga, delante de serios cabales y apadrinado por su paisano Paco Cabrera. Entonces ni el pequeño Miguelito ni sus padres imaginaban que iba a ganarse la vida gracias al flamenco ni que 30 años después iba a conseguir el mayor galardón del género en el universo cantaor: la Lámpara Minera del Festival Nacional de La Unión (Murcia). Pero la consiguió el año pasado, y tal logro lo ha impulsado de tal forma que ha logrado dejar de cantar patrás, como se dice en el argot flamenco, para ser un artista cotizado.

Su rostro se ha puesto de moda, a su pesar, porque el Ayuntamiento de La Unión, presidido por el alcalde, Francisco Mª Bernabé (PP), protagonizó un encontranazo mediático con el cantaor palaciego al negarse a pagarle el premio -15.000 euros-, lo que llevó a Ortega a denunciar a los organizadores del célebre festival en la prensa y en los juzgados, hasta conseguir cobrar. Otros artistas premiados en la edicion de 2010 no cobraron el importe de sus premios hasta que él no hizo pública la situación. Incluso anunció este verano que ha compuesto un fandango referente a este asunto. El artista fue vetado de la siguiente edición del festival, a pesar de que la tradición manda que el ganador de la Lámpara inaugura las actuaciones del festival del año siguiente. "Siento gran impotencia porque somos artistas y de política no entendemos nada", dijo Ortega.

Curiosamente, ha sido el grupo municipald el PP de Los Palacios quien llevó la moción al pasado pleno de nombrar a Miguel Ortega Hijo Predilecto, propuesta que fue votada por unanimidad, incluso por un PSOE que cuando gobernaba en la anterior legislatura ni siquiera dispensó un recibimiento al artista tras haber sido proclamado la revelación del año en La Unión y aplaudido como tal en todos los medios de comunicación del país. Ser profeta en su tierra es, sin duda, lo más difícil. Otros artistas de la talla de Juan Peña El Lebrijano, de 72 años, han conseguido el mismo reconocimiento muy recientemente. Miguel Ortega acaba de cumplir 35.

El cantaor palaciego, que comenzó su trayectoria en colegios y ferias de la provincia de Sevilla, participó con nueve años en el festival flamenco de Camas. Tras su paso por muchos festivales andaluces, a los 12 años participa en un programa cultural de la Junta de Andalucía en Italia. En 1989 recibe la 'Venencia Flamenca' del Festival de la Mistela de su pueblo, organizado por la tertulia El Pozo de las Penas. Otros muchos premios jalonan su biografía, entre ellos, el segundo premio de la Federación de Peñas Flamencas de Sevilla 1995, el primer premio juvenil y el primer premio en Coria del Río 1996 y 1997, primer premio por alegrías y segundo premio por mineras en el Festival de La Unión 1999, primer premio por soleá del Festival de La Unión 2000, primer premio Candil 2000 en Manlleu (Barcelona) y primer premio Yunque Flamenco 2005 en Barcelona. Como cantaor de acompañamiento al baile, ha actuado junto a figuras de la talla de María Pagés, Javier Latorre, Javier Barón o Isabel Bayón.

  • Este texto, algo resumido, se publica también hoy en El Correo de Andalucía.

sábado, 26 de noviembre de 2011

El papel del periódico. Retos para la tinta y el pescado

Todavía en el argot periodístico, baja el ala de tantos profesionales en la cuerda floja de la validez profesional merced a sus edades y a la miopía de un mercado comunicativo que prima la imagen huera antes que la sesuda reflexión y el relato riguroso, se oyen esos deliciosos tópicos como el gusto por mancharse de tinta al amanecer para estar informado y o el de envolver el pescado con el periódico pasado. Ya nadie hace una cosa ni la otra, entre otras razones porque los lectores de periódicos se confeccionan por la mañana su propia ración informativa en un barrido por las ediciones digitales de las principales cabeceras sin necesidad de ir hasta el kiosko y porque ni siquiera en la época en que se decía era verdad que nadie envolviese el pescado con un trozo de periódico. Sin embargo, ambos tópicos, más verosímiles que verdaderos, nos retrotraen al tiempo en que la prensa era la hermana más lenta pero más completa del orbe periodístico, en comparación con las otras alternativas audiovisuales.


Leer el periódico era la fórmula más acertada de profundizar en la realidad, tras los flashes radiofónicos y el espectáculo televisivo.
La irrupción de Internet ha sido tan decisiva en la última década que ha influido más de lo que se esperaba en los mass media, y no sólo tecnológicamente, que también, sino deontológica y pragmáticamente, pues hoy todos somos periodistas gracias a un teléfono móvil que nos permite grabar sonidos, captar imágenes y enviarlos en una fracción de segundo al confín del mundo. El periódico diario, en vez de profundizar en su distinción frente a otros medios como la televisión, se ha desvivido por parecérsele más. Cuando hemos tenido a la posibilidad de confeccionar un periódico en la red, las funciones primordiales han sido el vídeo anecdótico y la imagen impactante, de modo que se ha ido restando, paulatinamente, espacio a la razón sosegada y a la argumentación. La participación activa del público, en una realización palpable de la teoría del feed-back, ha terminado por concebir un producto multimedia a la medida y al gusto de la incosistente y borrosa cosmovisión de la masa. Y ha sido precisamente este denominador común adoptado por todos los medios de comunicación, en preocupación acuciante por la audiencia, la que le ha permitido a semanarios como Cambio16 abundar en ese sosiego informativo que le da su lugar al gran reportaje y al análisis oportuno.

Existe cierto paralelismo entre este afán periodístico por la rapidez y el espectáculo -por la frivolidad de la imagen frente a la concienzuda apuesta por el logos- y el boom del mercado inmobiliario. Ambos fenómenos empiezan a desarrollarse desorbitadamente en las mismas fechas, es decir, hace una década. Y la consecuencia más directa ha venido entrelazada de manera funesta para ambos: la creación de una inmensa bolsa de viviendas sin vender -y por tanto sin futuro-, la fuga de los anunciantes más golosos de las páginas de los periódicos, que ahora sufren una crisis grave de financiación y rentabilidad, y la penosa constatación de que ni las casas se construían realmente porque hubiera demanda ciudadana, sino especuladora, ni los productos periodísticos perseguían realmente informar o formar, sino exclusivamente entretener. Casas que no eran para vivir y periódicos que no eran para informar. Doble prostitución de instrumentos tan básicos de la civilización.


El imperio de la frivolidad sin escrúpulos ha desembocado en esta crisis global cuyos estragos más evidentes se aprecian en la economía pero cuyas consecuencias más dolorosas se proyectan sobre el futuro de una sociedad democrática madura con la que todos soñábamos y en la que han irrumpido determinados vacíos y vicios axiológicos antes de verla cosolidarse. El verdadero reto del humanismo posmoderno consiste nada menos que en conseguir reconducir esa senda de la madurez social antes de que sea definitivamente tarde. Y en esta tarea juega un papel esencial el Periodismo, pero en un ejercicio que no persista en el mero espectáculo y entretenimiento adormecedor sino en la información rigurosa y la interpretación honesta desde todos los posibles puntos de vista, a fin de fomentar una ciudadanía con el juicio crítico suficiente como para obligar al propio mercado mediático a renovarse y mejorarse incesantamente, en un interminable bucle de integración social como motor intelectual y ético.
Del mismo modo que, aunque lo pareciera, no era rentable ni siquiera a medio plazo la fuga de jóvenes del sistema educativo al absorbente sector de la construcción, tampoco lo es, aunque lo parezca, la conversión de lectores críticos en simples mirones pasivos que, a medio plazo, dejarán de serlo para acabar convertidos en mero público de alternativas espectaculares más simples aún. Y ahí la tecnología punta de las pantallas nos ganará a la prensa la partida.

El cuarto poder, como se ha llamado tradicionalmente al Periodismo serio, no debería consentir una asimilación tan infructuosa por parte de un viciado sistema político-económico que nunca estuvo convencido de veras de la conveniencia de la influencia periodística en la salud democrática y de que la Democracia nunca gozaría de auténtica salud de no ser por el concurso periodístico que actúa como fertilizante órgano fiscalizador en un entramado social basado en la igualdad. Incluso ese periodismo de resistencia que nos queda, el que se dedica cotidianamente a reflejar la realidad sin especial ánimo de sacar frívola tajada de la misma, debe reconsiderar -y de hecho lo está haciendo, empujado por la necesidad de un mercado publicitario que se le tambalea- su papel y su praxis para no terminar convertido en una extensión de los poderes político y económico, bien parapetados en sus gabinetes de comunicación que inundan cada segundo las redacciones con comunicados y textos que, aprovechando los recortes de reporteros por la crisis económica, intentan construir el relato diario de cada medio convertido literalmente en mediación entre tales poderes y una ciudadanía a la que apenas le queda aliento ni agallas para reivindicar órganos independientes que sometan los hechos a la selección crítica, la narración ordenada y la valoración sopesada que jamás se conseguirá desde el maremágnum de información caótica que generan las nuevas tecnologías en manos de todos, creadoras justamente de la incomunicación que tanto interesa al otro lado del periodismo comprometido.

Algunos rotativos norteamericanos han apostado ya por una reconversión mediática a la luz de esta nueva realidad de democracia tecnológica y sólo publicarán noticias y comunicados urgentes en su web, mientras que reservarán el papel para los grandes reportajes, las crónicas literarias y los sesudos análisis y artículos de opinión, precisamente lo que el lector cultivado y deseado para el futuro inmediato demanda para hacerle frente, con los ojos bien abiertos, al sistema que trata de sembrar la alienación.

Después de 40 años, y superadas las épocas de una dictadura que nos privó del derecho a la información y de una democracia recién cocinada que nos permitió gozar ante la encrucijada de consolidarla o viciarla para siempre, Cambio16 se postula como un medio de comunicación con evidente futuro porque trata a todos sus lectores como mayores de edad con los que entablar un fructífero diálogo.


  • Este artículo se publica asimisimo en el Especial de CAMBIO16 con motivo de su 40º aniversario, que se distribuye por tal efeméride durante el mes de diciembre de 2011.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Nuestro Parnaso, iluminado por la luna de Don Juan

Pese al frío, el cambio de hora, el noviembre y otras propuestas culturales que coincidieron a la misma hora en el mismo pueblo, nuestro Patio del Parnaso estuvo a rebosar de propuestas y público ayer, en la IV velada que celebrábamos, esta vez sin Victoriano, convaleciente por una reciente operación y al que no le hubiera importado asistir por videoconferencia. Pero las tecnologías no dan para tanto. Al menos conseguimos el micrófono que se nos resistía. Y sonó todo como don Juan merecía: con el piano en su punto, el aire en el suyo y la fuente en el centro.

Eduardo Ponce me contó minutos antes de empezar que el mármol que íbamos a colocar en la pared para darle nombre a nuestro Patio no lo convencía por completo, entre otras cosas porque ha habido un exceso de propuestas y una falta de concreción y él, artista perfeccionista, prefiere grabar la inscripción griego-española con más ahínco e incluso la piedra permanentemente en el muro. Con lo cual, tiempo habrá de hacer las cosas con buena letra. Y así lo expliqué, después de que Juan Manuel Begines, sustituto de Victoriano para abrir boca en boca de Don Juan, recitara aquello de "¿No es verdad, ángel de amor, que en esta apartada orilla...?" y continuara, más allá de lo pactado, por pura pasión y apego al irresistible texto, por las contestaciones de la ingenua doña Inés.

Yo intenté justificar el título de la noche, esos "Amores y desamores bajo la luna de Don Juan" que se me ocurrió en los albores del pasado verano y que luego hemos ido conformando con propuestas de lo más variopintas, las que disfrutamos anoche con verdadera fruición. Es increíble cómo una frase puede rellenarse con un contenido tan excepcional salido de una porción de gente de mi pueblo. Mis amigos Manolo y Sara, cordobeses apasionados, me soltaron nada más terminar: "¡Cuánto arte hay en tu pueblo!". Me dieron ganas de decirles que también hay mucho malage y mucho metepata, pero sólo les contesté que lo que veían no era ni la cuarta parte. Pero era lógica su sorpresa sólo con haber oído la destreza pianística de Paco Benítez Acosta en su obertura del Don Giovanni de Mozart, que fue la música que llenó de categoría y romanticismo aquel patio que cada vez siente más cada vez más gente como un ágora de la cultura palpitante desde este rinconcito marismeño que ha tanto fue romano y luego tantas otras cosas.

Mi tocayo Álvaro Benavides, con su planta de pintor que todo lo interioriza, incluso un fino sentido del humor que no todos conocen, nos hizo un recorrido por las caras de Don Juan, sobre todo las cinematográficas, pues el cine ha sido, según contó, otro entusiasta más de este rostro fugaz de un mito tan permanente. A continuación declamó "Renovación de amor" nuestro amigo Manolo González, con su habitual desgarro en el corazón, que pone a disposición del respetable cada vez que suelta su palabra al aire que todos respiramos. Era un poema de su admirado Benítez Carrasco sobre la necesidad de renovar el amor de veras, el profundo, una vez que la rutina lo ha convertido en gestos domesticados y cuasifalsos. Al finalizar, Manolo nos contó que a la mañana siguiente iba a poner en práctica aquellos versos y que salía de viaje con su mujer. Por eso se esfumó sin tomarse siquiera una copa.

Luego salió al atril de nuestro patio nocturno mi amigo José Arahal, coach de profesión y hechizado por la magia de la comunicación, empeñado en hechizar con esta misma magia a los demás. José ha hecho periodismo con la misma pasión que teatro y publicidad, y ahora que es un profesional del coaching aprovecha cualquier encuentro para hacer propaganda de su filosofía. Lo hizo muy bien, con dos círculos imaginarios que a todos nos sirvieron para reflexionar sobre en cuál queríamos estar, o bien en el del miedo que nos coharta a base de controles y culpas, o bien en el del amor, en el que terminamos por perdonar al mundo y a nosotros mismos para vivir plenamente.

Mi amigo Juan José, el carpintero y belenista que se desvive por encontrar versos donde nadie mira, nos hizo tres poemas de factura personalísima: uno dedicado a su niña casi adolescente que se le escapa de entre los dedos; otro al amor de verdadero don Juan redimido que él mismo experimentó de joven y está siempre dispuesto a reexperimentar; y otro más sobre esa Sevilla en la que eternamente habrá que buscar al burlador y seductor que protagonizaba la noche.

A continuación salió un hombre que conmocionó al Patio con su memoria de elefante y su finura de caballero antiguo: Juan Antonio Rodríguez, el de la Curá, que se sabe el Don Juan Tenorio de Zorrilla no porque él lo diga sino porque lo recitó casi entero para un público que no pudo cerrar la boca, de admiración. Muchos lo sabrían ya de antes, pero yo lo descubrí cuando fui a hacerle un reportaje a propósito de su sobresaliente caligrafía y su ferviente labor de Cyrano de Bergerac en una posguerra que yo no viví y que él vivió multiplicadamente gracias a las parejas tímidas que consiguió unir para siempre merced a sus cartas de amor. Anoche miró al vacío y se metió en la piel de Don Juan, de doña Inés, de Brígida y del escultor que convirtió el palacio de Don Diego en un panteón donde transcurrre el curso último de este clásico imperecedero del que Juan Antonio no consigue sustraerse y del que confesó está prendado desde pequeño. Prendados nos dejó a nosotros.

El pintor Pepe Perea, amigo al que presenté hace varias semanas en la inauguración de su última exposición, nos trajo el cuadro que le sirvió de cartel anunciador y en el que aparece una pareja de enamorados, de espaldas, fuera de otro marco surrealista a continuación del cual parece advertirse la calle Sacristanes de Los Palacios, con la Torre al fondo, pero inundada de coches que impiden el paso ingenuo de ambos. Pepe explicó que aquellos chavales eran para él Don Juan y Doña Inés modernos, juntos para siempre, y que no había puesto la luna a la que hacíamos referencia en el lema de nuestra noche porque había preferido la luminosidad del mediodía. Pepe siempre está sembrado cuando termina sus intervenciones como un flamenco que se levanta de la silla y se da la vuelta, con media pataíta. Es tan exageradamente generoso, que el cuadro ya adorna la biblioteca de mi casa.

Luego les tocó el turno a mis amigos Julio Mayo y Emilio Gavira, comprometidísimos con la historia local, y que nos regalaron al alimón el rescate de una novelita legendaria que nadie conocía: La collera de avutardas, de nuestro paisano Felipe Cortines Murube. Tras su intervención, le tocó el turno a mi amigo de toda la vida José Manuel Begines, que nos dio una lección magistral sobre la evolución del personaje de Don Juan, desde el engañador que pinta Tirso de Molina en su El burlador de Sevilla, en el barroco siglo XVII, hasta el seductor que reconstruye románticamente José de Zorrilla dos siglos después. Begines incluso fue más allá, en un ejercicio de síntesis extraordinaria, y nos deleitó a todos con una reflexión sobre la figura femenina que ha emergido más tardíamente como el contrapunto del donjuán: la mujer fatal. Para rematar, nos leyó un poema suyo, de otros tantos como tiene, sobre pieles enamoradas que a mí me recordó gratamente a la concepción poética de mi admiradísimo Pedro Salinas.

Manuel de Fora, uno de los mejores poetas que tenemos en el pueblo, no quería leer. Pero entre Julio y yo lo convencimos y salió a hacernos unos de sus versos, tímido en la lectura pero grandísimo en lo que encerraba de vida auténtica cada verso.

Luego nos cantó una deliciosa canción de amor nuestro amigo Manuel Núñez Amador, que encanta cada día más con su guitarra acústica y su pefil de Patxi Andion.

Nuestro amigo Claudio Maestre, ex concejal de Cultura y tal vez el más permanente reivindicador de Joaquín Romero Murube, no necesitó citar su nombre para darle su sitio en la noche, con unos fragmentos de Sevilla en los labios (1938) en los que hablaba de una sevillana enamorada de Lord Byron y que terminaba divagando sobre la figura de Don Juan y Sevilla, un tema recurrente que recuperará en sus últimos años de articulista divagador por una ciudad tan llena de gracia. Cuando sus palabras de fino ensayista en la prensa nos resonaban aún, con interpretaciones luminosas de un don Juan con próstata por la calle Sierpes, el gran Paco Benítez Acosta nos regaló la paráfrasis de la ópera de Mozart, basada en el don Juan de Tirso, que había comenzado al principio... Sólo entonces la terminamos de degustar, con tantas notas dinámicas, jocosas... que suplían mágicamente el gorgoteo del agua que de la fuente no salía, por estar apagada. Don Giovanni nos arrastró suavemente por el agua refrescante de su música y nos condujo por los callejones más profundos del alma de cada cual, por esos vericuetos que pocas veces transitamos. Ayer pudimos sobradamente porque aquella música en el Parnaso nos arrancó a todos, de golpe, todas las prisas inútiles.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Mentiras piadosas para una Generación, la del 27

Un ensayo de Manuel Bernal, publicado por Berenice (Almuzara), desvela
las ficciones sobre las que Gerardo Diego y otros ‘colaboradores’ sustentaron el grupo literario más famoso del siglo XX

El último libro del profesor e investigador Manuel Bernal, sevillano
nacido en Los Palacios en 1962 y residente en Jerez (Cádiz), ilumina
con rigor y sin complejos la génesis del grupo literario más
trascendente del siglo XX, la llamada Generación de 1927, henchida de
mitos y medias verdades que se hicieron oficiales en los libros de
texto que han estudiado ya tantas generaciones. Sin negar la
importancia de tal grupo de poetas, una nómina nunca cerrada del todo,
Bernal escudriña en el origen del invento y finalmente demuestra
claros indicios de que ni todos los famosos poetas estaban convencidos
del homenaje a Góngora que supuestamente los aglutinó ni los actos de
Madrid o Sevilla tuvieron tanta trascendencia como se cuenta y ni
siquiera la famosa foto de la generación se tomó como se ha contado.
De ahí la razón de ser de La invención de la Generación del 27,
subtitulado “La verdadera historia del nacimiento del grupo literario
de 1927”, convencido únicamente de su necesidad "de existir".

El libro se lee de un tirón porque desde el principio engancha con la
prehistoria folletinesca del torero mecenas de la generación, el
sevillano Ignacio Sánchez Mejías, que en 1920 mata el toro que acabó
con Joselito, su cuñado, y acoge en su casa a la novia viuda, la
bailaora La Argentinita. Sánchez Mejías, que con su cogida y muerte 14
años después, facilita la creación de la elegía en español más famosa
del siglo XX, la que le escribe García Lorca, inicia por aquellos días
la urdimbre lírico-taurina que acabará atrapando en la misma red al
poeta de Granada, a Rafael Alberti, a José María de Cossío, a Manuel
de Falla y a otros nombres fundamentales del 27. Precisamente este
año, cuando Sánchez Mejías preparaba unos actos de homenaje
por el séptimo aniversario de la muerte de su cuñado, ‘secuestró’ a
Alberti en el hotel París de la sevillana plaza de la Magdalena y le
advirtió: “Ni comerás ni beberás hasta que escribas un poema dedicado
a José”. Y así fue como Alberti tuvo que escribir “Joselito en su
gloria”. El compromiso sirvió, no obstante, para que los actos sobre
Góngora celebrados dos meses antes en Madrid y que se saldaron, según
el propio Alberti, como “un gran fracaso”, tuviesen una segunda
oportunidad en Sevilla días antes de Navidad, a expensas de Sánchez
Mejías, y con el entusiasmo de los jóvenes sevillanos de la revista
Mediodía de Joaquín Romero Murube, Alejandro Collantes de Terán y
Adriano del Valle.

Si el dinero del torero tuvo su importancia logística, la imaginación
del poeta santanderino Gerardo Diego, el único volcado desde el
principio con Góngora, hizo el resto. El trabajo de Bernal insiste en
el interés de Diego por magnificar unos actos en torno a Góngora en el
que pocos creían, hasta el punto de que la revista más influyente del
momento, ‘La Gaceta Literaria’, dirigida por Ernesto Giménez
Caballero, se niega a publicar una crónica del autor de Manual de
espumas con más dosis de inventiva que de realidad. Antes de los
actos, Diego no encuentra el apoyo de casi nadie; Unamuno, Juan Ramón
y Valle-Inclán, por ejemplo, echan pestes del poeta cordobés. Antonio
Machado pone una excusa diplomática. Lorca ni contesta. Sólo Alberti
parece acompañarlo. Pero justamente por ser nombrado secretario de la
comisión del homenaje y ninguneado luego por Ortega y Gasset, que
ofrece su “Revista de Occidente” para la publicación de trabajos en
torno a la efeméride, el de El Puerto exagera el desprecio de todos,
incluido del filósofo.

En su soledad frente a la organización, Alberti no duda en
falsificar las firmas de Jorge Guillén, Pedro Salinas, Dámaso Alonso y
Federico García Lorca en una circular destinada a invitar a todos los
literatos para que participen en el homenaje a Góngora. Pero comete el
desliz de remitir una de estas misivas al propio Lorca, que
evidentemente no sabía nada ni de su firma ni casi del homenaje.
Incluso publica en ‘La Gaceta Literaria’, para comprometer al
granadino, un romance contrahecho titulado “Romance apócrifo de Don
Luis a caballo” con la firma de Lorca que durante años se tendría como
tal.
El libro de Bernal, que indaga asimismo en la participación de
algunas mujeres en una generación masculina como la sevillana Amantina
Cobos, aclara la autoría de la famosa foto inmortalizadora, que fue
una sino dos: una con menos calidad de Serrano, para los periódicos El
Noticiero sevillano y El Liberal, y otra, mejor, de Dubois, para La
Unión, que la historia, sin embargo, había silenciado. En este
capítulo, por cierto, se echa por tierra otra mentirijilla, la de
Pepín Bello cuando cuenta que fue él quien pidió la cámara a un
fotógrafo que pasaba por la calle.

  • Esta reseña la publica también el semanario Cambio16 en su número 2.084.

domingo, 6 de noviembre de 2011

'33 lugares evangélicos. De Belén a Emaús'


Mi libro sobre la geografía de los cuatro Evangelios canónicos ya está en la calle. Yo creo que el repaso por lugares de nombres tan sonoros y sugerentes como Jericó, Gerasa, Betsaida, Corozaín, Caná, Sicar, Betania, Betfagé o Emaús da ganas de convertir sus huellas literarias en pisadas de verdad. Ya hay quien me propone hacer una ruta mágica por la Tierra Santa para secundar este aperitivo libresco con un postre andariego. Todo se andará, pero de momento los libreros me dicen que la obra camina con paso firme, y eso que acaba de nacer.

martes, 1 de noviembre de 2011

Mi libro sobre geografía evangélica


Estáis todos invitados al acto de la primera presentación de este libro que llevaba en la recámara casi un año. Será en la casa hermandad de El Rocío de Los Palacios y Vfca. (Sevilla). Este jueves, a las 21.30 horas.

Intervendrán, además de un servidor, el amigo que me presenta, Eduardo Ponce, excelente pintor y vecino de toda la vida; el editor, Salvador de la Barrera Lora (Ediciones AE, de Jerez de la Frontera, Cádiz), que en 2009 apostó por mi edición crítica y didáctica de El Lazarillo de Tormes; y la hermana mayor de los rocieros, María José Tirado, como anfitriona de un ciclo cultural nada habitual en contextos religiosos locales.

Sinceramente, espero que el trabajo les interese a todos, sean creyentes o no. El trozo de mundo del que hablo está en el ADN de nuestra ética.


jueves, 20 de octubre de 2011

ETA, el lobo y la esperanza

Después de 43 años de horror, lo primero que se me pasa por la cabeza cuando oigo la disposición de ETA a dejar de matar es, naturalmente, el cuento del lobo. Me refiero al del pastor que clamaba que venía el lobo y era mentira, pero se divertía mucho, hasta que una vez fue verdad. Es un cuento que nos contaban de pequeños para que aprendiéramos a no ser mentirosos. Eran los cuentos de verdad, las fábulas eficientes, los relatos que servían para diseccionar el mundo desde nuestras pequeñas percepciones entre el bien y el mal, que eran dos conceptos diáfanamente diferentes. Luego el mundo fue cambiando hasta que se puso de moda el relativismo radical y un complejo galopante que tantas veces nos impide reconocerle al niño que el rey, en efecto, va desnudo.

ETA ha contado este cuento ya muchas veces, pero parece ser que nunca lo hizo de manera tan verosímil. Como yo soy muy partidario de entrar en los pactos de ficción, estoy dispuesto a participar de este, a creer con el corazón que esta vez es de veras. Hay mucha gente que espera lo mismo que yo. Espero que a nadie se le parta el corazón.

lunes, 17 de octubre de 2011

Sin prejuicios contra el andaluz o cuando un tonto coge un carril

Los alumnos sevillanos aprenden con rigor a contestar las bufonadas de Artur Mas

"Enseño a mis alumnos el respeto a todas las lenguas españolas, incluido el catalán, y el aprecio por todas las modalidades y dialectos, incluido el andaluz", dice Pilar Garrido, profesora de 2º de Bachillerato en el IES Delgado Brackenbury, de Las Cabezas de San Juan. Pero cuando entra en clase y recuerda la ridiculización de hace unos días del presidente de la Generalitat, Artur Mas, sobre el habla "de Sevilla o de Málaga", a cuyos hablantes, aunque hablan castellano, "hay veces que no se les entiende", según dijo el político catalán, la chavalería arremete contra "los catalanes", sin distinción, dolidos en lo más hondo de su condición andaluza, porque intuyen que el insulto no va solo dirigido a ellos, sino a su gente, y porque olvidan tal vez que Cataluña se ha nutrido de miles de andaluces. La profesora lo explica, haciéndose escuchar entre la indignación generalizada, pero intenta dejar las cosas en su sitio, académicamente: "El catalán es una lengua derivada del latín, como el castellano o el gallego, y como éstas también tiene sus modalidades habladas en función de qué lugares", dice. "Debemos sentirnos orgullosos de nuestro acento, y podemos ser cultos ceceando o seseando". Pero muchos chicos disimulan su ceceo cuando intervienen.

El ataque de Mas al acento andaluz se suma a una lamentable lista en los últimos años. En enero de 2009, la entonces diputada catalana del PP Montserrat Nebrera arremetió contra la exministra Magdalena Álvarez, malagueña, al tildar su acento "de chiste". Hace unos meses, el portavoz parlamentario de CiU, Josep Antoni Duran i Lleida, calificó a los andaluces de "vagos", lo cual va más allá de su manera de hablar. Pero todo vale. A juicio del candidato del Partido Andalucista por Sevilla al Congreso para las próximas generales, Fernando Álvarez Ossorio, "nada de esto es gratuito", sino que responde a "su estrategia de demostrar que Cataluña necesita un concierto económico como el vasco". "Les interesa ponernos ante su electorado y ante Madrid como unos vagos y unos borrachos", explica el andalucista, para quien, como candidato con dificultades para el próximo 20-N, "insulta quien puede, es decir, quien tiene representación parlamentaria".

"Mas es tonto y Duran i Lleida, zafio", afirma categórico Ossorio, pero añade a continuación, cargado de ironía: "Dicho esto, lo retiro, porque la clase política no debe dar este tipo de espectáculos bochornosos". Pero lo cierto es que el espectáculo está creado y la confusión, también. Porque no deja de haber andaluces a los que las palabras de Mas no les parecen un disparate del todo. "Hay todavía muchos chicos con complejo de inferioridad por sentir que hablan andaluz", sostiene José Domingo Mora, profesor de Bachillerato en el IES Ostippo, de Estepa, "y hay que hacerles ver que los acentos y las hablas del andaluz y de cualquier otra modalidad idiomática no son sino riqueza lingüística de la que sentirse orgullosos". "No hay un habla andaluza, sino muchas, desde Ayamonte al Cabo de Gata", recuerda José Font, profesor de Lengua en el IES Diego Llorente de Los Palacios y Villafranca, "y todas forman parte de la identidad de sus hablantes".

Parece meridianamente claro que Artur Mas no tuvo la suerte de ser educado por algunos de estos profesores, como recuerda el periodista Juanjo Ibáñez, asesor del consejero de Empleo de la Junta de Andalucía, Manuel Recio, en su blog cuando afirma que a Mas "le vamos a responder tranquilamente, con calma, con templanza, pero con la contundecia de Séneca, andaluz, la clarividencia de san Isidoro, andaluz, la armonía de Lorca, andaluz, la pureza de Alberti, andaluz, la inteligencia de Zambrano, andaluza, la sabiduría de Maimónides, andaluz, la belleza de Aleixandre, andaluz, la malafollá de Cano, andaluz, la filosofía de Machado, andaluz y la elegancia de Muñoz Molina, andaluz".

A este último, por cierto, nacido en Úbeda (Jaén) y gran defensor de la modalidad andaluza en todas sus variantes, no se le caen los anillos por ser criticar el estéril chovinismo de nuestra clase política, como apuntaba recientemente en su web: "Donde se pongan los bailes autóctonos que se quiten los libros, más aún en una tierra como Andalucía, donde las autoridades llevan treinta años dedicadas a un proceso riguroso de andalucización".

Entre los jóvenes, abundan cada vez más a los que su identidad andaluza no les supone una losa de tópicos, sino una oportunidad de comunicación más fácil merced a nuestro carácter, en la hora de las globalizaciones. "No soy payo ni moro ni voy a los toros / andaluz / (...) / no soy flamenco ni llevo lunares / ni monto un caballo y lo aparco en la calle...", reza la letra de una canción de un grupo actual, "La peña del bordillo", de El Puerto de Santa María (Cádiz).

Los andaluces, con sus aspiraciones fonéticas y su concepción económica del lenguaje, emprendieron una senda hacia el Nuevo Mundo hace más de 500 años, y su modalidad castellana sobrevivió hasta hoy en las mil y una variedades del español de América, a quienes tan bien se les entiende, pese a lo que diga Artur Mas. Pero ya apunta el refranero andaluz lo del carril que emprenden algunos, y que hay más clases de gente que de melones. Pero sólo para buenos entendedores.

EL PA DENUNCIARÁ LA LESIÓN DEL DERECHO AL HONOR DE LOS ANDALUCES
Fernando Álvarez Ossorio, a la sazón profesor de Derecho Constitucional de la Hispalense, asegura que hay "jurisprudencia que estudiar" con respecto a la agresión del presidente catalán a "todos los andaluces". Se refiere en concreto al caso de la judía Violeta Friedman (Transilvania, 1930-Madrid, 2000), superviviente del campo nazi de exterminio de Auschwitz, que muchos años después, en 1985, tuvo que oír cómo el ex jefe de las SS León Degrelle, residente en Málaga, llegó a negar el Holocausto. Friedman no tardó en emprender acciones judiciales contra el nazi y soportó una larga secuencia de sentencias desfavorables. En 1991, el Tribunal Constitucional de España consideró que Degrelle había atentado no sólo contra el honor de Violeta Friedman sino de todos los judíos que habían sido víctimas de los campos nazis. La sentenció sirvió además para sentar doctrina constitucional y como precedente para la reforma del Código Penal de nuestro país.

El líder andalucista considera que con "las declaraciones gravísimas" de Mas también se daña "el honor de todos los andaluces" y ya ha anunciado que su partido interpondrá una demanda ante el juez de lo Civil por una lesión del derecho al honor de todos los andaluces.

  • Este reportaje, algo resumido, se publica también hoy en El Correo de Andalucía.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Un científico para un pueblo

Más allá de las sandías y los futbolistas punteros, Los Palacios y Villafranca se sitúa en el mapa gracias a jóvenes científicos como José Miguel Algarín Guisado, que hasta hace unos meses compatibilizaba el coger tomates en el invernadero de sus padres con sus comunicaciones en congresos internacionales. Sin haber cumplido aún los 25 años, sacó el mejor expediente académico de su promoción y un máster en Física Médica, y se ha convertido en un chico récord: no sólo es el más joven de España en recibir el premio a Jóvenes Investigadores URSI (siglas francesas de Unión Centífica Internacional de Radio), sino que es el segundo año consecutivo que lo logra, y ahora es el palaciego más joven en convertirse en Hijo Predilecto.

Con razón su padre, que lo ha visto corretear por entre los olivos antes de que ingresara en el grupo de microondas del departamento de Electrónica y Electromagnetismo de la Universidad de Sevilla, lloró como un chiquillo el pasado jueves, cuando se enteró de que el pleno palaciego, por unanimidad y a propuesta del PA, aprobó nombrar a su niño Hijo Predilecto del pueblo.

El premio del año pasado en el congreso de la URSI fue por la comunicación titulada "Lentes de permeabilidad -1: Resolución y aplicación en la imagen por resonancia magnética en paralelo". El galardón de este año, que José Miguel ha ganado otra vez como quien gana al parchís, se llama "Metamateriales no lineales para aplicaciones en imagen por resonancia magnética". Pese a los tecnicismos, de ambas comunicaciones están más que orgullosos en el servicio de Radiología del hospital sevillano Virgen Macarena, con quien su departamento colabora estrechamente. Con los llamados "metamateriales", descubiertos tan sólo hace una década en Inglaterra y artificiales en el sentido de que no se encuentran en la naturaleza, José Miguel consigue fabricar unas placas que, aplicadas en el momento de la resonancia a un enfermo, consigue mucha más calidad y nitidez en la imagen resultante, ya que "confina el campo magnético que se aplica en la muestra", explica. Es decir, que el médico logra ver con mucha más claridad los resultados, lo que le facilita hacer un diagnóstico mucho más acertado. "Es como si la imagen tuviera más píxeles y ganara en calidad", dice el científico palaciego.

Agradecido a su compañero de investigación, el mexicano Marco Alonso López, a sus directores de tesis -que aún realiza-, Ricardo Marqués y Manuel Jesús Freire, y al proyecto nacional del Ministerio Consolider Ingenio, que hace posible la financianción, José Miguel es muy crítico con el nuevo plan Bolonia: "Con él se va a acabar la última generación de físicos; ahora preparan a los estudiantes sólo para ser profesores de instituto", asegura. Su plan inmediato -y el de su novia- es hacer méritos en universidades europeas para "poder volver" a la de Sevilla. En el camino va, después de haber presentado seis comunicaciones en congresos internacionales, otras dos en congresos españoles y haber publicado cinco artículos en las revistas más prestigiosas del mundo. "Mis jefes me dicen que el año que viene podré leer la tesis", dice esperanzado, aunque ahora sus nervios se deben al nombramiento en su pueblo. "Me ponen nervioso en mi casa; mi tía Encarna se acordaba de mis abuelos, a los que les hubiera encantado conocer todo esto", dice él, también emocionado.

  • Este texto, resumido, se publica asimismo hoy como breve reportaje en El Correo de Andalucía.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Luto porque la vida sigue igual

No me resigno a pensar que hoy haya amanecido como si tal cosa. Ayer asistí al entierro del padre de un amigo, de un muy buen amigo, de esos íntimos que sólo se tienen una vez en la vida, aunque en esos momentos fugaces uno no lo presienta y también los viva como si tal cosa. Estuve la noche anterior en el tanatorio local, donde había un revuelo de gente charlando de lo humano y lo divino, a partes iguales, mientras los más dolientes intentaban seguir el compás que estos ritos sociales les van marcando, aunque todos tenían ganas de acostarse y taparse la cabeza y llorar. Allí hablé con mi amigo, pero no terminé de decirle lo que la muerte de su padre me ha dolido. A mí también.

Otros padres de otros amigos también se fueron, pero tal vez con ningún otro sentí esta puñalada de la vida que ni siquiera tiene la decencia de avisar, sino que se clava como tontorrona donde más duele un día como tantos. Al padre de mi amigo lo conocí al poco de conocerlo a él. Me gustaba su manera tranquila de estar en el mundo, su manera apacible de saludar cuando yo llegaba a su casa y preguntaba por el hijo y me indicaba que estaba en el cuarto como un agente del tráfico que sonreía tras sus gafas enormes. Cuando salíamos del cuarto, soltaba alguna sentencia popular que nos hacía reír como estúpidos pero que no se nos olvidaba, porque eran frases evidentes pero fundamentales.

Una vez nos emborrachamos, mi amigo más que yo. Y junto a otro amigo lo llevamos a su casa casi a rastras. Temíamos lo que nos fuéramos a encontrar al llegar a su casa. Cuando abrieron la puerta sus padres, la madre dio un grito de sorpresa , y el padre, que en paz descanse, dio media vuelta mascullando que se cagaba en la leche. Desde el mismo instante, aquel gesto suyo me hizo recapacitar sobre la grandeza de ser padre y los buches salados que uno debe tragar. Ahora yo soy padre, y mi amigo también, y me gusta imaginar que a ninguno de los dos se nos ha olvidado aquella noche y aquella lección.

Ayer tarde, mientras el sepulturero untaba cemento sobre la lápida provisional y yo no podía ver a mi amigo desconsolado, me oculté entre las calles de nichos para que nadie vislumbrara mi rebeldía contra esta puta vida que te regala veranos luminosos y luego te azota en septiembre con el amargo sabor del membrillo.

martes, 30 de agosto de 2011

Crisis hasta en la Constitución

La Constitución de 1978 que nos ampara a todos los españoles ha tenido en estos 33 años de vida la virtud de no ser atacada por nadie porque nadie se atrevió a tocarla, como un totem sagrado al que hay que mirar de lejos o como esa idea de la monarquía que se ha ido asentando en nuestro país bajo el tácito acuerdo social de que los reyes no se meten con nosotros y nosotros no nos metemos con ellos. Tras la dureza del franquismo, un texto lo suficientemente ambiguo y solemne como para dar esperanza a todos los españoles -con vivienda o sin ella, pero con derecho a tenerla, por ejemplo- ha cosechado tan sólo la simpatía de que a la gente menor de 50 años sólo le connote nuestra Carta Magna un magnífico puente, junto a la festividad de la Inmaculada -en un país aconfesional, pero aquí no importa-, como antesala de la Navidad.

Desde pequeños, nos inculcaron que la Ley de Leyes era intocable. Y todos nos conformamos porque quien más quien menos era consciente de lo que tuvo que costarles a los padres de la Constitución redactar aquellos artículos en la tensión de la Transición como para que ahora lleguemos nosotros, burguesitos de tres al cuarto, para reformular cualquier cosa. Lo que no molesta no hay que tocarlo. Por eso se han encendido tanto las alarmas cuando ahora, en cuestión de unos días, se le ocurre a nuestro languidecente presidente incluir en la Constitución un techo de gasto para impedir que a futuros presidentes les ocurra lo que le ha ocurrido a él: que se le ha ido la mano en el derroche. La gran sorpresa nacional ha sido que su máximo contricante, este Mariano Rajoy que sólo espera que se caigan los ramos ellos solos, ha estado completamente de acuerdo por primera vez en su vida. Es decir, el PSOE parece haber escarmentado por la crisis descomunal que no ha sido capaz de mitigar tan sólo un poquito, aunque ya sabemos que es global, y el PP ha visto la puerta abierta a esa tentación tan de las derechas de recortar a toda costa, y si se convierte en mandato constitucional, mejor que mejor. Mi abuela, que en paz descanse, hubiera dicho que se han juntado el hambre con las ganas de comer.

Esta repentina coincidencia entre PSOE y PP, los protagonistas del bipartidismo congénito que sufre España -no de ahora, desde siempre, desde los tiempos del turnismo- ha sido muy sospechosa, máxime a falta de dos o tres meses para unas elecciones generales adelantadas porque la situación se hace insostenible. Todo el mundo ha sospechado que los dos grandes delanteros de la política española se han crecido demasiado en la representatividad social que creen albergar. Por eso individualidades insignes como el economista y novelista José Luis Sampedro y todos los partidos minoritarios del orbe español han saltado como mordidos donde más duele.

Critican, fundamentalmente, que se hayan erigido en representates repentinos de la voluntad de todo un pueblo -el español-, sin necesidad de referendos o algo parecido, y que si la Constitución limita la capacidad de déficit estaremos acabando con el estado del bienestar que tanto ha costado lograr en las últimas décadas. Es posible que en ambas críticas lleven razón, pero a mí lo que más me preocupa son otras tres cosas, a saber:

Que una inclusión de este tipo en la Constitución estaría limitando nuestra capacidad de responsabilizarnos como estado de la suerte de nuestra economía. (Me recuerda bastante todo esto a cuando mi padre me abrió la alcancía y yo podía disponer de todo el dinero, pero no lo hacía porque me estaba convirtiendo en un hombre, por fin).

Que las administraciones públicas no pueden funcionar nunca como una empresa privada, por mucho que diga el PP, porque hay gastos corrientes cuyo eficiente resultado (beneficios) tardan demasiados ejercicios fiscales en surgir públicamente. (Pensemos en materias como el medioambiente, la educación o la sanidad, por ejemplo).

Y, sobre todo, que hemos elegido el peor momento de la democracia para debatirlo, cegados por la mayor crisis que nadie imaginaba y liderados por los peores políticos que uno podría echarse a la cara: uno absolutamente rendido y el otro absolutamente aprovechado de esa rendición, sin capacidad alguna para dar respuestas eficaces a tantos millones de indignados, que más allá del 15-M, somos todos.

Por todo ello, una reforma de la Constitución debería esperar a cogernos frescos, después de tanta borrachera.

jueves, 18 de agosto de 2011

Propaganda Fide, indignados sin causa y Benedicto S.A.

A estas alturas del verano o de la crisis, parece meridianamente claro que está de moda indignarse. Por lo que sea. No eres nadie si no te indignas. Aunque tiene su puntito apuntarse a lo del 15-M, hay otros vericuetos por los que colarse o colocarse en ese paripé de conciencia rebelde con lo primero que nos digan por ahí. Por ejemplo, es de recibo indignarse con los políticos, pero no tanto con el ciudadano medio que sólo mira para sí y cómo engañar a Hacienda, que es lo más natural del mundo. Es de recibo indignarse con los banqueros, pero no tanto con los estúpidos que se dejaron engañar por ellos. Es de recibo indignarse con los sindicalistas, pero no con los futbolistas, que tienen bula especial cuando de una huelga general se trata. Políticos, banqueros y sindicalistas, que asumen un riesgo social enorme por defender unos ideales -todos en la plaza pública, sujetos a valoraciones individuales infinitas, aunque entre ellos pululen también los sinvergüenzas-, son los más odiados, sin embargo, por una sociedad que no ataca, por definición, ni al mediocre estafador ni al idiota tragabollos ni al mimado profesional del potente circo futbolístico. Pero a poco que se reflexione, se descubrirá la enorme simplicidad de criticar a responsables que llevan en sus estipendios el plus estipulado para soportar tales críticas y nunca a irresponsables que sólo una sociedad adormecida podría indultar a diario. No sé si será el signo de los tiempos o el tiempo de muchos signos sin significados reales.

El caso es que de un tiempo a esta parte, uno comprueba con asombro la rentabilidad moral de no hacer nada frente a la seguridad de ser atacado si se emprende un proyecto o se está enfrascado en él. O lo que es lo mismo: compensa ver los toros desde la barrera -y entiéndaseme la expresión, por favor, como una simple metáfora, no como una invitación a la decadente tauromaquia. Con estos principios nihilistas, se entiende la generación ni-ni de la que tanto se habla; los ataques sistemáticos a un gobierno que no creó la crisis, sino que fue aplastado por ella, de tan global; y, en estos días, la facilona crítica a la venida del Papa a Madrid.

Para indignarse, insisto, habría que hacerlo por algo. Como para rebelarse. Y tener, además, suficiente crédito moral para hacerlo. Y sólidos argumentos para presentar alternativas factibles. Lo demás, es el cacareo inútil de las barras de los bares. ¿Qué alternativa presentan los que tanto critican a los políticos, es decir, en rigor a esta democracia representantiva que tanto le costó conseguir al género humano? Alguno estará pensando en su líder salvador y a mí me dan escalofríos. ¿En qué alternativa están pensando los que atacan duramente a los sindicatos? Habrá quien tenga la respuesta clarísima, y a mí dan escalofríos otra vez. ¿Y por qué se indignan tanto con la llegada del Papa a la capital de España para las Jornadas Mundiales de la Juventud? La respuesta parece estar en el aire: porque el dinero que cuesta la visita podría entregarse a los pobres; porque habrá gasto público innecesario; porque España es aconfesional... Aún así, me parecen razones absolutamente banales. E intentaré explicar por qué.

Vaya por delante mi disconformidad con la actual situación de la Iglesia, de su jerarquía y de sus componentes más representativos, como el Opus Dei, el Movimiento Neocatecumenal o los Legionarios de Cristo. Esperanzado en los postulados de un Concilio Vaticano II -de hace medio siglo- que la Iglesia oficial se ha pasado por el forro de su provindencial chaqueta, soy perfectamente consciente de que la Iglesia que existe no se parece en nada a la que algunos soñamos.

No obstante todo ello, que el máximo representante de Cristo en la Tierra presida unas jornadas en nuestra capital a las que concurren millones de jóvenes venidos de los cuatro puntos cardinales no me parece mal. En primer lugar, porque puede ser un motivo de esperanza y un aliciente constructivo para tantos jóvenes sin horizonte; y en segundo lugar, porque a nuesto país le puede venir estupendamente este baño intercultural con el denominador común de Jesús de Nazaret, al menos en teoría, por no mencionar los beneficios económicos que para la hostelería puede reportar.

Cada vez que oigo ese argumento manido de que si el Vaticano vendiera sus riquezas se podría acabar con el hambre del Tercer Mundo, se me ocurren al menos dos razones para repelerlo. La primera es que, evidentemente, el problema del hambre no se soluciona con una inyección puntual de dinero, por exagerada que sea, pues se trata de un conflicto estructural que requiere soluciones estructurales y a largo plazo. Aquello de la caña de pescar en vez del pescado sigue siendo una asignatura pendiente. La segunda es que las alternativas a esa riqueza vaticana son infinitas, empezando por los bancos -que presumen de obras sociales para sus propios beneficios-, siguiendo por las grandes fortunas -que montan fundaciones sólo para desgravar- y terminando por los particulares de nuestro primer mundo, incluyendo a un servidor, que no están dispuestos a desprenderse de ningún detalle de su escandoloso bienestar para solucionar decididamente esta tragedia tan vehementemente mostrada en los negritos comidos por moscas en los telediarios. Contra esto se podrá argumentar que los principios de Cristo son justamente el compartir absolutamente todo, el amor fraterno. Pero también hemos de recordar que la exclusiva de esta moral fraterna no la tiene el Cristianismo, y ni siquiera alguna religión, sino que es consustancial a los principios democráticos e incluso a los postulados éticos de nuestra civilización occidental. Si la Iglesia Católica no hace nada -o poquísimo- por solucionar este drama, comete la misma insensatez -o vileza- que las demás instituciones que también podrían hacer algo, pero no más.

La razón del gasto público es la más débil de todas, pues si no el 100%, al menos un porcentaje muy cercano será asumido por particulares -entre patrocinadores, voluntarios y asistentes. Si hay gasto público, será como en otros acontecimientos de parecida envergadura. Nadie ha sacado una pancarta porque se corten avenidas o calles enteras por una carrerita de Fernando Alonso o por la llegada de un jeque árabe a Marbella, por poner ejemplos tan peregrinos como reales. Por contra, el gobierno -que no ha puesto pegas- sabrá a la postre el beneficio que el IVA de tantas compras circunstanciales le va a reportar.

El argumento de la aconfesionalidad de España no sirve para poner trabas a ninguna concentración. Si nadie protesta por que se corten privilegiados recintos urbanos en determinadas jornadas simplemente porque miles de jóvenes se concentran en su botellona, ¿por qué no se puede cortar el entorno de la Cibeles porque miles de católicos van a decir unas misas de trascendencia global? Los católicos, que son todavía inmensa mayoría en este país -y aunque no lo fueran-, tienen el mismo derecho que los aficionados del Real Madrid, los detractores de los vehículos a motor o los de la caravana del orgullo gay a concentrarse en la vía pública -es decir, en la vía de todos- si cuentan con los permisos pertinentes. ¿Qué tiene que ver que nuestro país sea aconfesional con que estas jornadas mundiales haya decidido la Iglesia celebrarlas en España? Otros motivos de calado cotidiano podríamos citar aquí para escandalizarnos por la incoherencia de un país supuestamente aconfesional.

Atacar sin argumentos sólidos a una institución que lleva más de 20 siglos consolidándose en el orbe -aunque durante determinados períodos históricos haya conseguidos fenomenales cuotas de poder- es tan infructuoso como ridículo. Que lo hagan tantas personas sin la preocupación de una incoherencia moral a todas luces escandolosa, sino por la inercia social de ser controladas por los poderes fácticos que tienen intereses muy concretos es, además de peligroso, tremendamente triste y desesperanzador, pues una de las preocupaciones principales que me llevan a escribir sobre el asunto es que tanta indignación por la tradicional 'propaganda fide' de la Santa Madre Apostólica y Romana podría derivar, en el seno de una sociedad que se llama a sí misma tolerante, en un conato de dictadura con muchísima gente dispuesta a copiar al dictado.

A mí como cristiano y, ante todo, como complejo ser humano, lo que me preocupa profundamente es que la herencia de aquel Jesús de Nazaret que dejó mensajes tan bellos como claros se haya convertido en una Sociedad Anónima que, lejos de reconocer a sus semejantes en cualquier situación, incluso en la de no comprender sus conservadoras y estériles posturas, los utilice para engrosar sus privilegios, a este lado o a aquel de su eficiente victimismo.

  • Este artículo se publica asimismo en el número de la próxima semana de Cambio16, si bien ya lo ha hecho su edición digital, www.cambio16.es

jueves, 11 de agosto de 2011

Llanto por Moraíto

Dios tenga en la Gloria a este jerezano tocado con la gracia del Compás. La Bienal de Sevilla del año pasado lo reconoció por su Maestría. Era un maestro, y eso lo sabían, sobre todo, los grandes cantaores que tuvieron la suerte de que los acompañara a la guitarra, como José Mercé últimamente. Manuel Moreno Junquera iba a cumplir 55 años el próximo 13 de septiembre, pero un cáncer de pulmón se lo ha llevado el día de más calor de todo el año, el de la parrilla de San Lorenzo. Por cierto, que a Parrilla de Jerez le pasó con Moraíto lo mismo que a Paco de Lucía con Tomatito, que delegó en él la oportunidad de tocarle a la Paquera de Jerez; como le ocurrió a Paco con Camarón. Moraíto Chico acaba de ser enterrado en Jerez junto a la Paquera.


Yo no tuve la suerte de conocerlo, pero me fío de lo que dicen los que sí lo hicieron: que era una persona estupenda. Se le veía en la cara y se le notaba en el pellizco que le ponía a su sonanta. Por fortuna, aquí siguen sus discos. Para siempre. Descanse en paz.

domingo, 7 de agosto de 2011

Progreso y mulos

En mi pueblo gobierna ahora un partido que se llama Izquierda y Progreso. El rimbombante título de tal coalición, sin embargo, no ha sido capaz de erradicar un vergonzoso concurso de las fiestas patronales consistente en que un mulo tire de piedras que pesan un quintal. Para los borricos que lo organizan debe de ser divertidísimo ver cómo el animal se descoyunta arrastrando la mole. Para los nuevos mandamases, que venían cargados de progresismo teórico para sustituir al PSOE, no ha merecido la pena aplicar en la práctica sus supuestos avances ideológicos en favor de unas bestias que no merecen un trato bestial. La noche de agosto se carga de estrellas mientras multitud de niñatos restañan sus látigos sobre los lomos de tantos mulos hartos de coles desde esta tarde en el dichoso y vergonzoso certamen, galopando por las avenidas, impunemente. Yo esperaba ver el progreso en detalles como éste. Y no lo veo.

sábado, 9 de julio de 2011

Oro y Rosal


Como algunos cantaores de raza que se llevan media vida cantando para el baile y muy luego, como de casualidad o de compasión, graban un disco para sus incondicionales, así Manuel María Rosal Núñez (San Fernando, Cádiz, 1976) ha publicado su primer poemario cuando ya estaba más que cantado que había nacido para ser poeta. Bien es cierto que este poemario titulado lacónica y mágicamente Oro salió a la calle hace dos años, pero no ha sido hasta ahora cuando lo he degustado en el sopor de un par de siestas, que es cuando la poesía puede saber a oro molido. La de Rosal, que nació junto a Cádiz y se hizo hombrecito en mi pueblo, Los Palacios (Sevilla), es un grano de calidad salido del molinillo de los clásicos españoles, el 27 y algunas excéntricos de la Experiencia. De todo ello se deriva un uso relajado del arte mayor, una despreocupación por todas las rimas que no sean las profundamente íntimas y unos poemas como píldoras personales amasadas durante décadas. Y, sobre todo, la sinceridad de los poetas mayores, es decir, de los que vienen de vuelta para analizar la naturaleza -esa gran obsesión lírica de todos los tiempos-, la familia, el amor, las derrotas, las abominaciones...

A Manuel Rosal, cuando lideraba aquella aventura postista que se llamó Vesilda y que dio, además de para editar esa revista de "creación, crítica y pensamiento", para organizar un ciclo de cine clásico en plena marisma, con los mosquitos, y hasta para intentar llevar al escenario la Historia de una escalera de Buero Vallejo, le decíamos entonces -mediados de los 90- el Poeta. A él no, pero cuando nos referíamos a él, lo llamábamos así, sin acritud ni tontería. Era el Poeta. No era un mote ni una gracia, sino un apelativo inexorable. Yo me hice en su habitación de trabajo, frente a sus poemas impresos y su ceniza de tabaco negro, una idea cabal de lo que debía de ser un poeta, con sus amaneramientos y sus miserias de señorito tocado por las musas. Me fascinaba verlo concentrado en cualquier giro sintáctico, en cualquier sinalefa mientras le daba la penúltima calada a su Ducados, jugando a ser mayor. Me dio muchos consejos, y no los he olvidado. Tantos años después, comprendo perfectamente sus versos porque soy capaz de meterme en sus dedos tecleantes de esa experiencia de quien siempre se sintió distinto e intentó expresarlo con elegancia, con un respeto sacro a la palabra que a mí siempre me maravilló.

Ahora Rosal sí es un hombre maduro, pero entonces sólo lo aparentaba, y él lo sabe. Ahora que ha publicado este
Oro lírico es capaz de tomar distancia para observarse y de confesar que "me he sentido tantas veces ridículo / que no tengo un recuerdo sin mancha / ni una edad sin agujeros". El poema que da nombre al libro es una joya: "Qué ancho el corazón de un hombre / cuando lo ha perdido todo y se levanta. / Plantado en el camino, con la línea / del horizonte partiendo su pupila, / puede tanto que parece oro / el polvo al sacudirse". Con eso lo dice casi todo. El resto del libro es, en buena medida, un anecdotario exquisito convertido en crónica sentimental del poeta ineluctable que ha sido Manuel Rosal desde siempre, capaz de descubrir en "La Herrería" -otro maravilloso poema- "que hay vida bajo el óxido / y un fulgente color plata / que compite con el cielo", o de confesar que "un dios promete el cielo / -si el cielo es bueno- / cuando cruje un billete en los bolsillos".

Como todo poeta posmoderno, Rosal se relame en los amores superados y en la incomunicación que los hicieron posibles: "He querido hablar contigo / pero es como esas veces / que subes a tender / y todos los cordeles / sostienen la piel / del trabajo y la fiesta". Eso es capaz de escribir, para rematar a continuación: "Qué me importa; / aún tengo los pechos de mi madre, / y una infancia perfecta / y brillante / como un balón de playa". En esa arcadia encuentra la casi totalidad de las razones, incluidas las fracciones del Amor del que él ha sido testigo inapelable: "Tiramos el colcón en la azotea / dispuestos los tres a la lluvia de meteoritos. / La ropa recién tendida era el frescor / de una noche y de una madre que no oía / pero amaba nuestra bocas riendo. / También subió papá a vernos, / incapaz de estar solo, y fumarse un cigarro...".


El libro se corona con un poema largo titulado "La Isla". Los de San Fernando no suelen llamar así a su ciudad, sino que prefieren decir la Isla. En el caso de la familia Rosal -porque todos dicen la Isla- supongo que se debe a su condición extremadamente heterodoxa. Este poema de colofón tiene también algo de testamento aislado, de sentimiento en un islote de la memoria que todo lo gestiona con especial fascinación y relativismo: "A veces yo tampoco me reconozco: / ante el espejo, la misma expresión / que ayer vi en tu cara, ¿es, no es?". El sello indeleble de ese primer amor que nos cambia a pesar de todo lo demás que venga luego, incluso el reencuentro fortuito y gracioso: "Han pasado quince años, / una vida larga como un fémur, / y ahora de nuevo tus ojos de gacela" (...) "¿quién soy hoy para recordar abejas en los labios / y volverte a amar?". Y el reconocimiento de la trascendencia de ese amor infantil por el que poeta sólo dice "Bah" y sin embargo también añade, versos después: "No encuentro hoy ningún paraíso / que no sea el recuerdo de aquellos pocos meses / en los que fuimos larvas veloces / en un mismo capullo".

Tantos años después, el poeta maduro es capaz de concluir de su búsqueda vital que "quizás te buscaba a ti, que es lo que ahora tengo, aunque nada cambie".
Claro que cambian cosas. El poeta disimula, pero sabe que cambian. Incluso en el lector que pierde inocencia y se libera de tiempo perdido al ocuparlo en este poemario dorado que tanto nos afecta. Por eso después de leerlo unas cuantas veces siempre hay que volver a hacerlo. La penúltima vez. El Oro es así.





lunes, 4 de julio de 2011

El medio pan y el libro de Federico

Este es el discurso que el gran poeta Federico García Lorca pronunció en septiembre de 1931 -recién nacida esa II República que nació con su propia semilla de destrucción inoculada, por desgracia- en el acto de inauguración de una biblioteca en su pueblo, Fuente Vaqueros (Granada). No he podido resistirme a ponerlo aquí, entero:

"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. «Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre», piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión. "Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada . "No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro.

Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social. "Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros? "¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!».

Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida. "Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz".

jueves, 30 de junio de 2011

El Parnaso anda ya solo

Me alegro enormemente de que haya muchísima gente que quiera quedar más veces, que el Patio del Parnaso se convierta de verdad en un enorme foro de la Cultura, ese gran ágora que ha faltado siempre en este pueblo mío. Y me alegro porque considero que una chispita de paternidad he tenido en esta recuperación de aquel Patio de 1999 que había nacido al amparo de la revista Vesilda, cuyo progenitor, a su vez, Manuel María Rosal Núñez, envía recaditos de amor como excusa por no asistir. Berlín está muy lejos. Su padre, Victoriano, ha sido heredero de ese proyecto inconcluso que Manuel María prendió en su momento y luego dejó reposar, como los buenos vinos. De modo que un padre es heredero de su hijo, y he aquí una de esas grandes paradojas literarias que sustentan todo este milagro de que en la Casa de la Cultura, como por arte de birlibirlioque, se reúnan más de un centenar de personas porque sí, porque les da la gana, porque funciona el boca a boca y el entusiasmo de escuchar y que te escuchen.

Digo que me alegro de que haya gente dispuesta a quedar más veces, muchas más veces, aunque yo mantenga mi criterio de que sería mejor quedar dos o tres veces al año nada más. Poquito y excelente. Si hay gente mucho más entusiasmada que yo es que la semilla está sembrada, que había ansias de hacer algo parecido aunque ninguna institución oficial la hubiera propuesto siquiera, y que, ya que esto ha comenzado a andar, hay que dejarlo rodar solito, madurar según los soles de cada instante, según el azar mágico de quienes tienen cosas dentro que le arden. Sé de buena fe, y se lo he dicho, que Victoriano no va a dormir esta noche. Ni mañana. Y tiene sus razones de peso para no hacerlo.

La de esta noche ha sido una velada antológica. Yo me inventé aquello del negro y los demonios como semillas creadoras y, ni por la más remota casualidad, imaginé no sólo que iba a tener tanta aceptación sino que iba a generar tanta creación, en efecto, como se ha demostrado cuando a medianoche, desde las nueve, hemos salido extasiados a la calle Real.

Victoriano leyó el Viaje definitivo de Juan Ramón, y mientras lo leía subía, subíamos a esos cielos perdidos y recuperados que la palabra, esa gran protagonista que reivindica el sabio Manolo Carmona -¡ay, Manolo, menos mal que existe la televisión local!- no puede desterrar nunca de su misma esencia, porque en la palabra misma, en el logos, en la razón consciente de que nos tenemos que ir y que la vida sigue, radica la Creación con mayúsculas, al mismo tiempo que la inevitable destrucción de la que también versaba la noche.

A continuación yo intenté explicar el sentido del tema que daba coherencia a la velada, echando mano de los demonios de Lorca, de los monstruos que aniquilan la razón de Goya, del infierno de Baudelaire, de los diablos hispanos y seguiriyeros que luego todos sentimos por la piel, erizándonosla, cuando el gran Miguel Ortega se sentó para darnos una lección magistral a todos por ese palo tan negro. Juan García Bodi, uno de los que más sabe de flamenco del mundo, nos había dado cuatro pinceladas sobre la seguiriya.

A Miguel Ortega, flamante ganador de la Lámpara Minera del Festival de Cante de las Minas de La Unión (Murcia) lo llamé el sábado pasado desde Dos Hermanas para explicarle de qué iba esto del Parnaso. Antes le había escrito un correo electrónico, pero Miguel es hombre de palabra y de decir las cosas a la cara, como buen flamenco. Por eso quedamos el domingo, en el pueblo. Mientras me tomaba la cerveza a la que me invitó descubrí que era un tipo locuaz, que no sólo le salía la palabra a compás sobre el escenario, sino también sobre la barra de un bar. Miguel es un tío grandísimo porque sabe perfectamente que es un artista pero tal condición no le impide seguir viviendo, como si tal cosa. A Miguel lo había reivindicado yo cuando ganó la Lámpara, el otoño pasado, y me indignó sobremanera que mi Ayuntamiento no lo recibiera con todos los honores, y lo dije, y por eso tenía yo un interés descompasado en que esta noche acudiera a cantar allí por seguiriyas, como lo ha hecho, trayendo a Cagancho a la calle Real, para demostrarle a todo el que no lo supiera o no lo quisiera saber que tenemos aquí más cerca que nadie a uno de los grandes valores del Flamenco de hoy sobre la tierra. Que no exagero lo saben el centenar y pico de gente que se quedó con la boca abierta cuando remató por soleares, acompañado por el exquisito guitarrista Manolo Herrera, que no es el nuestro, el de la peña y la Bienal, sino otro jovencito de San José de la Rinconada que alcanza las estrellas cuando acaricia su sonanta. El público no se atrevía a decir ole porque era consciente de que ante tales figuras había que saber decirlo.

Después de Miguel, salió Manolo González para declamar dos poemas, uno de ellos de su apreciado Manuel Benítez Carrasco, ese "Mira si soy desprendido" con el que Manolo se siente a gusto resucitando voces que le salen de lo más adentro. Manolo se transforma cuando recita y hasta ese momento suda hasta sangre, porque pone sus seis o siete sentidos en el poema que mama.

A continuación salió Inma Fierro, una pintora que se ha volcado últimamente en el expresionismo abstracto, después de sus idas y venidas por Europa y Barcelona pero que promete muchos más trazos mágicos. Anoche, además de explicar como una maestra los significados del negro, desde Kandiski, presentó a su hermano, Carlos, al que yo tuve la suerte de enseñarle sintaxis en una academia privada hace ya tanto. Me alegró lo que ustedes no pueden imaginar verlo allí con su rostro de retrato (tal y como lo ha pintado su hermana, con sus brazos alrededor de la cabeza, como raíces atrevidas) haciendo de poeta tímido, y cumpliendo sobradamente.

Begines, mi amigo de toda la vida, mi compañero de pupitre en aquellos años fundamentales en que uno se hace un hombre aunque no se dé cuenta, nos explicó muy didácticamente el proceso histórico, desde Platón hasta la actualidad, por el que el artista se ha endemoniado y desendemoniado hasta el punto de no tomarse en serio al demonio. Se notaba que es profesor en la Universidad. Habla como un profesor, y yo lo imaginaba, mientras, en su bicicleta hace lo menos doce o trece años, cuando ninguno de los dos imaginaba que íbamos a estar sentados entre toda aquella gente ávida de Cultura, despreciadora del Sálvame, aunque fuera deluxe, como me ha recordado mi buen amigo Antonio Jiménez, el de las cortinas, cuando ha terminado el acto y me ha confesado su emoción sin tapujos.

Luego nos ha cantado Manuel Núñez Amador, que es cantautor y poeta inexorable, y tiene esa planta de intelectual ilustrado con la que puede llegar a todos los sitios, incluso a presidir o integrar una asociación de madres y padres sin tener hijos en el instituto, como va a hacer a partir del año próximo. Su Luna que vas caminando no sólo nos embelesó a todos en el compasito dulzón de su melodía seductora, sino que nos descubrió ese potente símbolo nocturno de significación inagotable incluso en estos tiempos que corren, cuando la luna nos pilla tan lejos.

Manuela Moguer, cantautora también, y que este año va a pregonar la feria de mi pueblo, es artista en cuanto habla. Tiene tanto entusiasmo en los ojos que es imposible no entusiasmarse al escucharla. Hoy me emocioné cuando le oí decir que Santa Teresa la volvía loca. Así lo dijo: "Santa Teresa de Jesús me vuelve loca", y se puso a recitarla, como una mística demasiado guapa para serlo. Luego leyó un poema suyo en el que miraba a la muerte al trasluz, para quitarle hierro.

El saxo de Juan Manuel Busto, director de tantas cosas -entre ellas de la banda municipal de música Fernando Guerrero y de la Escolanía que le ha dejado en herencia el exquisito Enrique Cabello- fue, para mi gusto, una de las nanas grandes que la noche merecía. Hizo un Aria acompañado del piano de Pilar Expósito Moya, profesora de la Escuela Municipal de Música y Danza de nuestro pueblo, y a todos nos transportó a otra dimensión donde no había prisa, ni dolores por la vida.

Tendría que haber repartido yo la manzanilla, vasito por vasito, para que el personal no se desmadrarara, pero también fue necesario como tertulia anticipada, pues después no hubo tiempo. Cuando conseguimos sentar a todos de nuevo, salió a leer uno de los mayores poetas que tenemos en Los Palacios y Villafranca: Manuel de Fora, otra joya para recuperar de la injusta indiferencia. Todo se andará.

Después leyeron Juan José Domínguez, carpintero y artista del belenismo que vino a mi casa a confesarme que cuando leyó por primera a vez Lorca comprendió lo que la gente decía de Lorca, y Salvador Santiago Murube, que compartió conmigo pupitre en quinto de EGB, y desde entonces, aunque mal estudiante, le revolvía el alma el regusto de la palabra bien dicha. Esta noche nos ha demostrado sus ganas con algunas elegías inspiradas en su abuelo.

Mi amigo Julio Mayo, historiador hasta la médula, nos ilustró con las primeras semillas flamencas, de juerga hasta violenta, de que se tiene constancia en el pueblo allá por 1742. Cuando Julio habla, hay que tomar nota. Menos mal que la toma él por tanta gente. Algún día se lo tendremos que agradecer. Pero espero que pasen siglos, porque ya se sabe cómo somos por aquí para los agradecimientos, y cuándo nos entra la prisa.

Casi al final, Francisco Amador, periodista que todavía estudia en la Facultad, nos enseñó a todos el arte de la instantánea con fotografías flamencas de un puñado de artistas de primera que han pasado por la Bienal, la Mistela y nuestra querida peña de El Pozo de las Penas. Nos dio unos cuantos fogonazos de maestro auténtico, para que aprendamos a mirar y no solamente a ver.

Terminó Claudio Maestre, exconcejal de Cultura, con dos poemas de Felipe Cortines Murube, y con una referencia a los demonios dentro del cuerpo de nuestro admiradísimo Joaquín Romero Murube, según relata él mismo en El discurso de la mentira, ese relato entrañable de juegos con las hermanas Luna en el sevillano compás de Santa Inés para decirnos veladamente cómo despertó a la sensibilidad erótica.

Cuando la noche seguía empapada del agua de la fuente, Juan Manuel Begines, el de los libros de los manchoneros, presentó su página web www.manchonerías.es, a la que ya estamos todos invitados.

Nos hemos echado fotos, hemos bebido más y nos hemos abrazado en la alta confianza -como diría Pedro Salinas- de que esto no ha hecho más que empezar.

Ahora que estoy harto de escribir ya esta crónica improvisada del Parnaso, me acuerdo de Victoriano, porque seguro que no duerme mientras la luna se hace más y más grande.






sábado, 25 de junio de 2011

Se nos ha muerto Colombo

Hubo una época de mi zarandeada preadolescencia, cuando uno pensaba demasiado mientras caminaba por la calle y el mundo giraba como una bola informe frente a los problemas cósmicos de un chaval de 11 ó 12 años, en que los viernes regresaba de eso que llamábamos salir con la ilusión un tanto pudorosa de ver a Colombo en la tele, a horas intempestivas. Por aquellos años mi padre trabajaba hasta muy tarde de cocinero en un bar de la calle Charco, y mi madre se quedaba en el sofá, esperando que él regresara con aquel cubo en el que nos traía helados y que yo volviera también sin que la noche pagajosa de desconocidos vicios me tocara un solo pelo. Así son las madres, y uno lo empieza a comprender ahora, que es padre y siente igualmente su semilla de carne repartida, extendida en otro cuerpecito que revoletea por doquier.

El detective Colombo era algo así como un líder a la inversa, exquisito y simpático personaje que en sus constantes despistes conseguía atraernos a su mundo entre profesional y miserable, con su coche deslavazado, su puro semiapagado, su gabardina raída y las referencias a su esposa o a su padre, que nunca salían. Uno no sabía aún que el antihéroe era tan atrayente porque constituía la esencia del ser humano frente al espejo de su potencialidad, como tan bien supo el autor anónimo de Lázaro de Tormes o el sabio Cervantes al construir al delicioso Loco de la Mancha en aquellos siglos que hemos de seguir llamando dorados.

Uno no sabía nada de esto aún, pero intuía cosas, y disfrutaba con aquellas tramas siempre iguales, en las que el espectador conocía desde el primer momento quién era el asesino, alguien muy cercano a la víctima y su entorno, y la gracia estaba en contemplar cómo el detective Colombo reunía suficientes pesquisas para terminar diciéndole al asesino a la cara que lo era. Para llegar a ese final, se volvía mil veces cuando se iba a marchar, preguntaba por detalles a veces surrealistas, comentaba cosas sin aparente importancia, se rascaba la cabeza y sonreía como una bestia fea pero con un gran corazón. Uno soñaba con, en el fondo -y tal vez no demasiado en la forma-, parecerse a él de mayor, porque uno se percataba de que no no tenía un pelo de tonto, de que aparentaba todo aquel despiste y de que al final triunfaba con la verdad en la mano.

Mi madre y yo hacíamos breves comentarios entretanto, y ella a veces me recordaba que aquella serie la había visto antes de que yo naciera. Yo tenía la certidumbre de que aquella segunda vez la disfrutaba mucho más por verla conmigo. Y eso me hacía muy feliz. Fui yo, que me fijaba mucho en los títulos de crédito y sabía ya algo de inglés, quien le dije que el actor se llamaba Peter Falk.

Muchos años después supe que Peter Falk había nacido en Nueva York en 1927, el 16 de septiembre, el mismo día que mi amigo de la Facultad José Domingo Mora, por cuya coincidencia al ser los tres Virgos (Colombo, José Domingo y yo) ya no se me ha olvidado jamás. Aunque se llamara Peter, o sea, Pedro, para mí siempre será Teniente Colombo. La persona de veras, y no el actor, había nacido de madre rusa y padre polaco, pero se convirtió en una estrella estadounidense con dos nominaciones a los Oscar, no por el papel de detective que lo catapultó a una fama imperecedera, sino por películas en las que hacía un ejemplar papel de actor de reparto como Un gangster para un milagro o El sindicato del crimen. Otras películas célebres de este Peter Falk que para siempre se llamará Colombo fueron El cielo sobre Berlín o Un actor en apuros (ésta última del director John Cassavetes). El caso es que en nuestro país se hizo famoso con la famosa serie detectivesca, que empezaron a poner en la tele, como mi madre me recordaba, en los años 70. Al parecer, según me entero ahora, en 1975 cobraba 125.000 dólares por episodio, una pasta gansa.

Cuando yo veía la serie con mi madre, corrían los años 1989 o 1990, aproximadamente, y entonces era ya un serial refrito que a TVE le salía probablemente gratis. Peter Falk era ya un viejo que pronto padecería alzheimer y sería apartado de mala manera de su familia primera, como denunció su hija Catherine en los últimos años. Con casi toda seguridad, Peter Falk no se acordaba ya de Colombo ahora cuando ha muerto a los 83 años, pero un servidor se acordará siempre de él, porque me gustaba verlo volverse infinitamente cuando parecía que se iba y porque me servía para charlar con mi madre en la quietud de la noche. Descanse en paz.