sábado, 10 de agosto de 2013

El gobierno no tiene abuelo

En uno de esos maravillosos y áridos relatos del mexicano Juan Rulfo que componen su libro El llano en llamas, titulado Luvina, un grupo de pueblerinos le pregunta al protagonista si él conoce al Gobierno, porque éste les ha prometido su ayuda. El protagonista les dice que sí, y entonces ellos le contestan: "También nosotros lo conocemos. Da esa casualidad. De lo que no sabemos nada es de la madre del Gobierno". Él les dice que es la Patria, pero no los convence. Cuenta el narrador que se rieron. "Pelaron sus dientes molenques y me dijeron que no, que el Gobierno no tenía madre".

Siempre recordaré aquel relato de Rulfo, no sólo porque me abrió las puertas al realismo mágico de la literatura allende los mares, sino porque lo leí por primera vez en la penumbra de una sacristía en un agosto como este pero más sofocante aún, y tan febrilmete me afectaba todo que creí a pies juntillas a Manolo Bobillo, el cura que pasaba los veranos en su pueblo, cuando me aseguró, justo antes de que saliéramos a la misa (yo era monaguillo), que el 10 de agosto era el día de más calor de todo el año porque era la festividad de San Lorenzo, a quien quemaron vivo en una parrilla. Muchos años después, descubrí la universalidad de Rulfo cuando lo oí leyendo él mismo, en una grabación de casete, ese relato que yo había leído sin entender demasido una tarde sofocante de mi infancia clerical, aunque entonces ya lo hiciera en la radio de un coche por las carreteras amplias y solitarias de Suecia. Me volvió a impactar del mismo modo aquella trifulca dialéctica entre el Gobierno y la Patria. Así que cuando leí el ensayo de Rafael Sánchez Ferlosio La hija de la guerra y la madre de la patria, yo ya era un experto soñador en esos galimatías tan resultones como inútiles. 

Inevitablemente, me he vuelto a acordar de todo ello esta tarde, al conocer que la Fundación Blas Infante tendrá que cerrar en septiembre por falta de una subvención de 30.000 euros que le prometió el gobierno de la Junta de Andalucía. Según ha declarado la hija del llamado Padre de la Patria Andaluza, María Ángeles Infante, la Fundación apenas cuenta con 1.000 euros para gastos corrientes, así que teniendo en cuenta su situación mileurista y la última subida de la luz, la previsión sobre el organismo dedicado al estudio de la vida, obra y pensamiento de Blas Infante es bastante oscura.

La subvención prometida por el Gobierno para la fundación que lleva el nombre del padre de la Patria era en principio de 58.000 euros, pero los últimos ajustes administrativos rebajaron la cantidad a 30.000. Y una carta ha sido la encargada de anunciarle a la hija del Padre de la Patria que finalmente no habrá ni un euro.

Si la Patria fuera la madre del Gobierno, como creía Rulfo, Infante sería el abuelo materno del Gobierno, de este gobierno andaluz que lo catapultó a la categoría mayestática de inventor de la nación y que ahora abandona a su suerte la Fundación a la que da nombre desde la casa de Coria del Río de donde lo sacaron para fusilarlo como a otro mártir más de aquella guerra incivil en la que se cargaron todo lo mejorcito de una Andalucía tan prometedora. 

Y se hace con el peso triste de tantas paradojas juntas: lo hace un gobierno socialista y con la vocación federalista que le costó el pellejo a Infante; se anuncia el día de San Lorenzo, en medio de este agosto tórrido en el que la ciudadanía ya no tiene fuerzas ni ganas de protestar, como metáfora santurrona con la que terminar de quemar, con parrilla o sin ella, al autor de Ideal Andaluz; y por tanto se condena a la Fundación a practicar un ERE con las dos empleadas que tiene, y es así como el Gobierno, tan experto en ERES, condena a su abuelo a practicarlo también, 77 años después de su fusilamiento. A Blas Infante, allá donde esté, no debe extrañarle demasiado esta mala uva retorcida con su memoria, pues también en 1940, cuatro años después de fusilado, se le practicó un juicio en el que lo condenaron a muerte.

Ya el gobierno no tiene abuelo. Ni dinero para el asilo. Ni vergüenza para seguir honrando su legado.

  • Este artículo también se publica como Tribuna en la edición del 12 de agosto de El Correo de Andalucía.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Estimado amigo Álvaro, acabo de leer tus reflexiones y puedo asegurarte que me ha emocionado mucho de tus párrafos, has puesto el dedo en la yaga con tu estilo libre y sin ira, nombrando las cosas tal como ocurrieron y lo peor como van en la actualidad. Que una fundación como la de Blas Infantes sea lanzada al circo lleno de leones políticos sin sentimientos ni ideas, es lamentable por no decir otras cosas que todos sabemos y criticamos. Pero, siendo positivo nunca podrán doblegar el espíritu de una persona que como bien comentas, fue condenado a muerte 4 años después de haber sido fusilado y solo por proclamar lo que todos deseamos, una república y en nuestro caso andaluza sin alejarnos de lo que tanto temen los partidos centralista, del estado central. En fin, solo me queda felicitarte y agradecerte que nos recordaras que mañana se cumple el aniversario de la brutalidad con la que asesinaron a Blas. Saludos

Unknown dijo...

Estimado amigo Álvaro, acabo de leer tus reflexiones y puedo asegurarte que me ha emocionado mucho de tus párrafos, has puesto el dedo en la yaga con tu estilo libre y sin ira, nombrando las cosas tal como ocurrieron y lo peor como van en la actualidad. Que una fundación como la de Blas Infantes sea lanzada al circo lleno de leones políticos sin sentimientos ni ideas, es lamentable por no decir otras cosas que todos sabemos y criticamos. Pero, siendo positivo nunca podrán doblegar el espíritu de una persona que como bien comentas, fue condenado a muerte 4 años después de haber sido fusilado y solo por proclamar lo que todos deseamos, una república y en nuestro caso andaluza sin alejarnos de lo que tanto temen los partidos centralista, del estado central. En fin, solo me queda felicitarte y agradecerte que nos recordaras que mañana se cumple el aniversario de la brutalidad con la que asesinaron a Blas. Saludos